Hora de comer {P}
Hora de comer {P}
El pequeño animalito me había matado el sueño, ahora sé porque tengo unas ojeras tan grandes bajo mis ojos. Finalmente los abrí, en ese momento me di cuenta de que era muy temprano, MUY temprano, la luz del sol aún no iluminaba todo el cielo, apenas amanecía y hacía frío. Me cubrí con las mantas, por alguna razón siempre quedaban fuera de la cama, cosa que me mataba de frío por las noches. Me senté sobre el viejo colchón, el cual rechinaba cada vez que me movía. No me gusta. Me tallé los dos ojos soltando un bostezo, odio esas mañanas en las cuales soy despertado por una cucaracha.
Miré a mi alrededor, vaya, el bunker en el que vivía con Lluse Cains no estaba en unas muy buenas condiciones, quizá porque a ninguno se nos ocurre hacer un poco de limpieza. Solté un suspiro aún mirando mis al rededores, no había muchas cosas interesantes, era una mañana fría y tranquila. Me levanté poco a poco, el frío había ocasionado que mi cuerpo se entumiera, caminé un par de pasos, encorvado y abrazándome a mi mismo en busca de algo de calor. Me dirigí hasta un pequeño baño, en el cual yo había arreglado la luz y colocado un viejo foco que por suerte había encontrado hace un par de días. Abrí un pequeño botiquín, en el cual había dos cepillos y una pasta la cual realmente ya no tenia mucho contenido. Tomé uno al azar, no recordaba cual era mi color de cepillo, siempre tomaba el que yo quería. Vertí la pasta y comencé a cepillar mi dentadura, dándole atención a el par de colmillos blancos que sobresalían la mayoría de las veces de mi boca. Al terminar salí del baño y me detuve un momento, algo no estaba bien, sentía que me faltaba algo. Me rasqué la cabeza y en ese momento supe lo que era.
Un gruñido había salido de mi estómago, tenía hambre. Me sobé un poco el vientre, de manera circular para tratar de apaciguar mi hambre, pues aún era bastante temprano como para morder a Lluse; pero a pesar de mis intentos, los gruñiditos no pararon. Me preocupé un poco entonces, acercándome hasta la cama del Lobo. El idiota disfrutaba de una cama alta y con una cortina que impedía que yo le mirase durante la noche, era bastante injusto, pero no me podía quejar demasiado, pues él me dejaba tomar su sangre para yo poder seguir viviendo; pero no tan temprano …
Me asomé por debajo de la cortina para no hacer ruido. Al parecer si se encontraba cómodo en su cama, fruncí un poco el ceño al verle tan cómodo, el no sufría por cucarachas que se suben para compartir la cama. Le miré fijamente, con el ceño fruncido durante unos momentos esperando a que se despertara, pero aquello no sucedió. Esta vez, acerqué mi dedo y piqué un par de veces su nariz alejando rápidamente mi mano y bajando mi rostro para evitar un golpe. No funcionó, ¿No logré que se despertara de una linda manera? , pues entonces tendría que ser más rudo con él.
Esta vez me aventuré en la cama ajena, subiendo lentamente mi cuerpo quedando encima del Lluse - Chachorro- Murmuré el apodo que le había dado, me gustaba bastante. Me recorté sobre su cuerpo, era cálido, justo lo que ocupaba para un amanecer frío - Tengo hambre - Le susurré cerca del oído, podía notar las venas de su cuello, y algunas marcas en él ¿ Había salido de nuevo a vender su trasero?. Aquello por alguna razón me ponía un poquito molesto - Lluse - Le jalé de la oreja suavemente, sabía que mi ligero peso no le despertaría - Lluseee ~ - Le llamé en un ronroneo, quizá así sí se despertaría, pues él siempre satisfacía a sus clientes - Estas apretado - Le seguí murmurando cosas en un tono erótico, aquello me divertía, sería genial que el constestar algo como "más, dame más" - Ah Lluse, me vendré dentro - No sé como soporté no reírme mientras decía aquello, sólo espero que no me golpee.
Re: Hora de comer {P}
Había llegado a nuestro hogar cerca de la medianoche, me había encargado de rastrear algunos datos en el ordenador mientras intentaba encontrar la posición indicada en la que no me doliera el trasero; me había rendido al cansancio cerca de las tres de la madrugada y, antes de siquiera haberlo consentido, mis desgastadas mantas se encontraron consolando a mi cuerpo del todo que lo rodeaba.
Estaba seguro de encontrarme soñando, pues una lobuna melodía siguió resonando en mis oídos antes de que una voz ajena, en el exterior de mi mente, llamara mi nombre.
No quería despertar, así que simplemente volteé inconsciente hacia un lado, buscando esconderme en las profundidades de la escualidez de mi almohada. El cosquilleo en mi oído se repitió una vez más pero decidí hacerle caso omiso, mi intención era dormir hasta que el estómago me reclamara sustento y apenas hacía algunas horas que había tomado mi cena; de improviso, la voz que me llamaba adquirió una tonalidad algo más sensual, era clara y se arrastraba en el aire, un escalofrío me recorrió de arriba hacia abajo la espina dorsal obligándome a recobrar el claro sentido. Fruncí ligeramente el ceño, intentando que aquel gesto pasase desapercibido al invasor de mis dulces sueños.
Entreabrí los ojos cuando la paciencia se me agotó y apoyé mi diestra sobre el pecho de Bloody, el vampiro ojeroso que convivía conmigo en aquella acogedora morada y que vaciaba mis venas siempre que no encontraba una presa más apetitosa en los alrededores, podría decirse que yo funcionaba como su despensa, recurría a mí siempre que la sed le agobiaba y yo me hallaba cerca como único recurso. Aunque llevábamos una especie de trato jamás especificado en el que yo le abastecía con mi sangre a cambio de algo que nunca había sido acordado o yo ya había olvidado, lo cierto era que, por muy desventajoso que fuese aquel pacto para mí, así prefería que fuesen las cosas. Tener a Ariel conmigo podía llegar a ser irritante y poco conveniente, pero así estaba bien, la devastación sentimental que me provocaba hallarme solo era simplemente incomparable con todos los malestares de su compañía.
Empujé hacia atrás el cuerpo del vampiro, apoyé mi codo izquierdo sobre el colchón derivando hacia él el peso de mi torso, el cual erguí unos centímetros y aparté mi diestra de su cuerpo para fregarme con el puño los ojos irritados.
― Haces algo así y te corto las pelotas. ―Exhalé un suspiro y desvié la mirada hacia la izquierda, en el interior de aquel bunker era imposible saber qué horas eran, la luz simplemente no ingresaba hasta la habitación y algo me dijo que, aunque las paredes fuesen de cristal, la tenuidad de la luz habría imposibilitado que se proyectaran sombras siquiera.
― ¿Qué quieres a estas horas? ―Cuando mis ojos lograron acostumbrarse a una oscuridad menos profunda, le miré a los ojos, molesto― ¿por qué demonios me despiertas así? ¿Quieres que te golpee? ―Me senté sobre el colchón, apoyando ambas manos por detrás de mi cuerpo para ofrecer sostén a mi espalda.
Solté un prolongado suspiro, ahora que me hallaba consciente, comprendí qué era lo que buscaba Bloody, pues las veces que me despertaba en medio de la noche o que se aproximaba a hurtadillas en mi estudio cuando me encontraba ocupado, su objetivo era siempre beber de mi cuello. En ocasiones me atemorizaba que pudiese succionar cantidades excesivas y que acabase inconsciente, muriendo por motivos tan poco heroicos.
― ¿No podías aguantarte hasta que amaneciera? ¿Acaso tienes idea de cuándo me acosté? Estoy seguro de que no he podido dormir tres horas siquiera, ¿por qué no eres un poco más considerado? ―Bufé, inclinando mi cabeza hacia un costado, sabía que descubrir mi cuello frente a sus hambrientos ojos servía para provocarle y me pareció una buena idea tentarle ya que me encontraba molesto por su actitud egoísta.
Saber que una sanguijuela con apariencia humana estaba succionando el líquido vital que recorría tu cuerpo entero por azuladas vías zigzagueantes no podía más que provocar, a mí o a cualquier víctima, repudio e incomodidad; pero había algo más en aquel beso mortal, una especie de vínculo que no podía ser establecido por otro medio, ni mediante el asesinato, el matrimonio, ni siquiera teniendo sexo, aquel beso oscuro que yo tantas veces había experimentado era sensual y absorbente como ninguna otra cosa.
Mordí mi labio inferior con mis incisivos superiores y aparté con mi mano derecha el cuello de mi camiseta, exponiendo la piel de mi cuello y parte del hombro.
― Que sea rápido.
Re: Hora de comer {P}
Acomodé más mi cuerpo sobre la superficie acolchonada, a la cual le tenía envidia, pues era tan cómodo que seguro yo me quedaría dormido por muchas noches sin mover ni un solo músculo - ¿Por qué tú tienes la cama alta? Es molesto que los insectos caminen sobre ti todas las mañanas, al menos déjame dormir aquí un par de noches - Si bien, Lluse y yo teníamos nuestros momentos incómodos e irritantes; pero puedo decir que dormir en la misma cama me traía muchas ventajas, como el no morir de frío, el cual me estaba invadiendo nuevamente. Sujeté una de las mantas de la cama y me envolví en ella dejando al descubierto mi rostro - Tus horarios son diferentes a los míos, seguiría dormido si señor cucaracha no hubiera decidido hacer la visita tan temprano - Solté un suspiro mirándole algo irritado, las grandes ojeras que tenía bajo mis ojos eran a causa de esos animales.
Mi vista rápidamente fue directo al cuello de Lluse cuando ladeó la cabeza, podía escuchar el palpitar fácilmente, era tan tentador que el hambre simplemente comenzó a invadirme, quería … abalanzarme contra él y … inconscientemente comencé a acercarme con aquella intención, no podía controlar muy bien aquel deseo impuro que gritaba en mi cabeza y no dejaba que la cordura hablara en el injusto debate; pero el dolor de morder mi lengua con mis propios colmillos me despertó del trance, sacudiendo un poco la cabeza - Eres cruel - Comenté mirándole con una expresión irritada y victimaría.
Al momento en escuchar el permiso, no lo pensé dos veces. Me aproximé nuevamente al cuerpo de Lluse, sentándome sobre su regazo, estaba consiente de mi tamaño y que no lastimaba su cuerpo al momento de tomar asiento sobre él. Hundí mis dedos en el cabello de su nuca, manteniendo su cabeza en una posición cómoda para mi. Mis ojos nuevamente se colocaron sobre las notorias venas de la blanca piel de Lluse, de nuevo caí en ese trance y aproximé mi boca. Lamí la superficie de la piel, recordando el sabor que tanto me gustaba, no aguanté más y enterré el filo de mis dientes, comencé a tomar la sangre de la herida ocasionada acariciando el brazo derecho de Lluse y empujando su cuerpo contra la cama, sujeté su muñeca dejando que descansara sobre la cómoda almohada, trataba de ser lo más suave que podía.
Me quedé unos instantes hasta que mi sed murió, saqué los afilados colmillos y lamí un poco la herida, recolectando con mi lengua los restos de sangre carmesí, acariciando con mis dedos la palma de la mano del lobo - ¿Te he dicho que eres 0- ? - Solté una suave risa, no quería moverme de aquel sitio, el calor era reconfortante, así que me acurruqué sobre el cuerpo de Lluse, esperando que los reclamos no empezaran tan pronto.
Re: Hora de comer {P}
Era imposible evitar la presencia de insectos o suciedad en el interior de aquella edificación subterránea, ni Ariel ni yo estábamos dispuestos a limpiar u ordenar con la debida frecuencia y el paso del tiempo era un incentivo feroz para que los diminutos exoesqueletos se reprodujeran en masa.
Los oscuros ojos de Ariel parecieron brillar con malicia en el instante mismo en que se toparon con mis venas, lo único que separaba el maná carmesí que me mantenía con vida de la voracidad de aquella profunda garganta oscura era la delgada piel blanquecina que recubría mi cuerpo en su totalidad; tan frágil parecía frente aquella mirada que temí por unos segundos el que se descascarara y me dejara completamente desnudo frente al vampiro.
¿Qué se sentiría, me pregunté, el anhelar tanto una sustancia vital ajena? Conocía el sabor de la carne humana aunque se me hiciera insulsa en los recuerdos, estaba al tanto de la satisfacción ocasionada por la victoria sobre una presa, pero no comprendía aquella necesidad que se reflejaba en el comportamiento de Bloody, esa controlada desesperación y muy profundo deseo.
El peso del cuerpo de Ariel no resultó una molestia, ambos estábamos delgados y nuestras contexturas no eran de destacable amplitud, llegué a considerar que la cercanía era agradable y me dispuse a su merced.
Una vez más aquella rojiza mirada penetró mi cuello, aquel mencionado deseo que en ellos destellaba hizo que perdiera la cordura y desvié la mirada para evitar sumergirme en aquel trance sin posibilidades de regresar a la superficie.
La suavidad de su lengua al rozar mi piel me pareció alguna especie de broma, habiendo humedecido la zona de contacto, pude percibir aquel característico pinchazo ocasionado por sus colmillos y ese inconfundible desapego, el de mi vitalidad abandonando mi cuerpo.
Cada oleada de sangre que era extraída de sus canales azules propiciaba la salida de un sutil gemido por entre mis labios, una corriente eléctrica recorría mi anatomía de arriba hacia abajo sin tiempo de descanso, aquella sensación podía catalogarse como excitante, sumamente sensual y encantadora. Mis extremidades se estremecían en respuesta a aquel estímulo, las caricias que propiciaba el vampiro a mi brazo derecho eran una simple cortesía que solo podían añadir encanto a aquel encuentro, aquel hurto secreto y consentido.
Cuando los colmillos del joven abandonaron la profundidad de mi carne, aquel hechizo pareció esfumarse, solo respondí con un leve gemido a la lamida que dio por concluido aquel ritual. Me sentía débil y desolado, como si mi condición de presa me hubiese absorbido y deseara profundamente que los labios de aquel vampiro permanecieran por siempre en contacto con mi piel, y mi sangre fuese infinita, para que él siempre pudiese beber de mi cáliz y el lazo fuese indestructible.
Cuando finalmente abrí los ojos, descubrí que en cierta instancia de los acontecimientos había acabado recostándome sobre el colchón, me regañé por haber sido tan descuidado y haberle confiado mi integridad a aquel sujeto con el que compartía habitación; no, no era que fuese especial, que tuviese algún estúpido sentimiento hacia Bloody, era el hechizo del vampiro, la condición del banco de sangre. Cada vez que él se disponía a beber de mis venas, me sentía poseído por su mirada y experimentaba todo lo anteriormente descripto.
Solté una carcajada, me sentía débil.
― Ese dato me cambia la vida, ¿sabes? Espero que no sea peligroso.
Aquel idiota que con tal autoridad había robado mi sangre, ahora se acurrucaba entre mis brazos, como si en ellos buscara consuelo cuando bien sabía que era yo el que más necesitado estaba de ser consolado. Hundí mi rostro entre sus cabellos, olfateando con disimulo su aroma, le rodeé con mi brazo izquierdo por el cuello y extendí el derecho para alcanzar su espalda, donde le propicié una serie de suaves caricias. Solté un suspiro y me resigné al insomnio, no sería capaz de dormir con aquel vacío que sentía en el estómago, mucho menos habiendo perdido sangre y teniendo a una sanguijuela con apariencia humana merodeando a mis alrededores.
En ocasiones me planteaba el por qué de aquella relación que mantenía con Bloody, me refugiaba en el conocimiento de que la soledad era simplemente devastadora y que prefería una y mil veces morir en consecuencia de la anemia, pero siempre sabiendo que había un ser viviente respirando a mi lado.
Me removí entre las sábanas y aparté el cuerpo de Ariel con brusquedad, obligándolo a caer de la cama; me puse de pie, recibiendo en consecuencia un mareo repentino que casi me lanza de regreso sobre el colchón. Inhalé lentamente y exhalé al mismo ritmo, cuando la vista recobró su nitidez, comencé a caminar en dirección del baño.
― Tomaré una ducha, arregla las mantas. Si vas a dormir regresa a tu cama, no quiero que tu olor quede impregnado en mi almohada.
Entre en aquel cubículo húmedo que hacía las veces de sanitario, me quité la camiseta y la ropa interior que llevaba puestas y, tras encender la ducha a una temperatura que no me congelara las extremidades, me dejé empapar por las delgadas gotas.
Habré estado allí unos diez minutos, tras enjabonar mi cuerpo y lavar mi cabello, apagué la lluvia artificial y sequé mi piel con una toalla raída, me calcé las mismas prendas que me había quitado al ingresar y salí del baño con la toalla colgada a los hombros. Tenía hambre, mucha hambre.
Re: Hora de comer {P}
Mis manos se aferraron más al cuerpo del canino al momento en el que liberé su cuello de las dos púas afiladas que lo atacaban constantemente. No me atreví a mirar su rostro, realmente nunca lo hacía al terminar de alimentarme, tenía miedo a reaccionar de una manera que molestara a Lluse, por alguna razón mi corazón de agitó. Me acurruqué sobre el cuerpo de Lluse, era bastante cómodo y cálido, piezas que me faltaban a mi durante las noches; había encontrado a las afueras de del bunker una especie de calentón, seguro que pasaban mucho frío durante las noches los militares refugiados, lo malo era que faltaban piezas para poder lograr que funcionase, y no era fáciles conseguirlas, nada fácil.
Todo iba bien, bastante bien a decir verdad, era realmente una bella mañana, no moría de frío y había desayunado temprano, era bastante bueno, hasta que mi cuerpo fue bruscamente empujado y obligado a dejar la comodidad - ¡Ah! - Caí al suelo, con algunas mantas cubriendo mi cuerpo, agité un poco los brazos tratando de ver nuevamente a Lluse- ¡¿Pero qué te pasa?! Estaba cómodo - Me aparté unos centímetros del lobo, frunciendo el ceño y siguiendo su muy delgada figura con la mirada - Eres experto en arruinar las buenas mañanas - Bufé levemente y me levanté del suelo, tenía bastantes energías gracias a la sangre de mi compañero. Solté un suspiro e hice lo que me indicó, acomodé las mantas de su cama y de la mía. Pude escuchar el agua de la ducha abrirse, seguro estaba helada, aún no podía arreglar el maldito calentador del agua, y comencé a pensar: Quizá se levantaba de malas por ser un poco injusto y egoísta, quizá porque espera un poco más de mi como amigo.
Junté unas cuantas prendas viejas que estaban en el suelo, clasificando por el estilo y el tamaño si eran mías o de Lluse. Llevé unos cuantos platos al grifo e hice un intento por lavarlos, cosa que no funcionó muy bien. Miré a mi alrededor y descubrí lo viejo que era aquel lugar, el bunker era seguro, pero no muy cómodo, vivíamos como pobres militares, entrados para sobrevivir con poco o nada - Tenemos que mejorar esto - Escuché a Lluse salir de la ducha y le miré por un momento para desviar la mirada después de unos segundos ¿Seguiría molesto conmigo? - ¿Amaneciste de malas? - Le miré un poco curioso - ¿Fue por algo que dije? - Mantuve mi distancia, quizá sería mejor dejarlo solo por algún tiempo. Me acerqué a lo que era la zona de mi descanso y sujeté la chaqueta con capucha y la coloqué sobre mi cuerpo, cubrí mi cabeza con el gorrito gatuno y me coloqué mis zapatos negros, en realidad eran el único par que tenían. Caminé a una puerta que llevaba a un camino oscuro, en el cual, al final había una especie de escalera - Regresaré tarde. Alguien me debe un par de favores - Comenté mirando el oscuro camino - Vendría bien agua caliente ¿ No crees? - Miré a Lluse por un momento, dedicando una suave sonrisa desapareciendo en medio del oscuro pasillo.
- Spoiler:
- asdda el cerebro no me daba, pon lo que quieras, que pasen las horas, haz yoga, algo, ve o no sé - explota- (?)
Re: Hora de comer {P}
Volteé ligeramente el rostro con algo de recelo, en ocasiones pensaba que las palabras sobraban, que las respuestas a determinadas interrogantes eran evidentes y que malgastar saliva articulándolas a viva voz era estúpido; sin embargo, las cosas nunca funcionaban como debían con Ariel, me preguntaba en ocasiones si aquella inocente ignorancia que demostraba con frecuencia era una simple puesta en escena de sus fantásticas habilidades actorales o una simple evidencia de su inexperiencia.
Llevé mi mano derecha a los vestigios de la herida que me había propiciado minutos previos el vampiro, palpando con mis gélidos dedos dos montículos de sangre coagulada.
― ¿No crees que la respuesta a esa pregunta es redundante? Te recuerdo que no me desperté por intención propia, sino que alguien se encargó de hacerlo por mí y no precisamente con un desayuno sorpresa.
Aparté mi mano de la curvatura de mi cuello y crucé ambos brazos sobre mi pecho, mi cuerpo aún no se adecuaba a la temperatura promedio del ambiente, la sensación de las frías gotas estrellándose sobre mi piel se mantenía aún latente.
Permanecí de pie, inmóvil, mientras Ariel tomaba su chaqueta y se marchaba. Sí, nos hubiese ido muy bien algo de agua caliente, así como un puñado de alimentos, ropas limpias y la ausencia de la siempre resurgente miseria.
Me dirigí hacia el antiquísimo refrigerador que ocupaba una esquina en la cocina, con cada paso que avanzaba en su dirección, el irregular zumbido de su motor esforzándose por generar ondas de aire helado se hacía más insoportable; abrí la portezuela destartalada y me agaché ligeramente para escrutar su interior. Aquella acción se había transformado en un ritual, aún me preguntaba qué caso tenía buscar dentro de aquel aparato cuando era de mi pleno conocimiento la ausencia de cualquier cosa sobre sus enrejadas estanterías, a veces deseaba que las goteantes estalactitas se transformaran en latas de frijoles o de arvejas, quizá en verduras y en el más utópico de mis sueños, en cortes de carne. Extendí la mano y tomé una botella plástica de agua que yacía reposando en la estantería más alta de la puerta del refrigerador, la destapé, bebí un sorbo y la dejé de regreso en su lugar, cerrando la puerta a continuación, derrotado por la desilusión una vez más.
Tomé la toalla que colgaba de mis hombros y froté con ella mi cabello, procuré dejarla extendida sobre el respaldo de una silla antes de dirigirme en dirección de mi estudio, el único consuelo auditivo capaz de ocultar el gruñido de mis hambrientas entrañas era la música de mi playlist favorita. Me coloqué los audífonos, me senté en mi sillón y me dispuse a revisar los resultados de la distribución de mis programas virulentos en las cuentas bancarias de algunos belonios de renombre.
Mi estómago parecía estarse consumiendo a sí mismo, me quité las gafas que hacía algunas horas me había colocado y, no pudiendo proseguir en la ignorancia de mi desesperada hambruna, me puse en pie y me encaminé hacia la cocina. Repetí el ritual del refrigerador: lo abrí, tomé la botella de agua, bebí un sorbo, la devolví a su sitio y cerré la portezuela. Nada iba a cambiar por arte de magia.
Me puse en marcha hacia la habitación que Bloody y yo compartíamos, tan pronto como divisé el colchón en el suelo, me lancé de espaldas sobre la mullida superficie, mi peso provocó que la añeja gomaespuma se hundiera y me permitiera comprobar la dureza del piso acogedor. Ahora comprendía por qué el vampiro se quejaba de la incomodidad, quizá fuese tiempo de cambiar algunas cosas por una nueva cama para el pelirrojo.
Dejé a un lado aquella molesta resolución a la que había llegado y escondí el rostro en la almohada de mi compañero, su aroma estaba impregnado en cada hilo y me inundó las fosas nasales, mis pulmones se hincharon con aquella fragancia y cerré los ojos para permitirme algo de paz. Abracé la almohada, aún con mi nariz oculta en ella y me volteé para quedar acostado sobre el costado izquierdo de mi cuerpo.
Un estruendoso sonido se dejó oír en el exterior del bunker, pero no me importó, si era un intruso, que entrara y se encargara de volarme el cráneo, así el nudo que se contraía dentro de mi estómago dejaría de torturarme la mente de una buena vez; si era el viento, pues, que siguiera soplando, quizá consiguiese traer consigo el cuerpo débil de un ave desnutrida, que fuera a perder la vida al estrellarse contra el suelo, así podría servirme, al menos, para calmar los quejidos de mis tripas; si era Bloody quien regresaba, que ocupara el espacio que le correspondía y dejara que yo falleciera allí, sobre su cama, entre sus mantas, envuelto en su aroma y con el último conocimiento de que, al menos, mi vitalidad le había sido útil para mantenerse con vida un día más.
Re: Hora de comer {P}
Al momento en el que salí del bunker, y sentí los finos rayos de luz mañaneros, respiré hondo y estiré los brazos, no había nada mejor que el olfatear el fragante olor de los pinos llenos de rocío. Era invierno, lo suponía bien, pronto comenzaría a nevar en las montañas, cercas del bunker, y eso era algo alarmante para Lluse y para mi, sobre todo para él; ya que la falta de alimento le mataría en menos de dos semanas. Fruncí levemente los labios al igual que la ceja ¿Qué tenía que hacer para conseguir la dichosa comida que le faltaba al cuerpo de mi perruna bolsa de sangre? Fácil.
Emprendí el camino a una cueva alejada de mi hogar, era conocida por los malos tratos que realizaban en las profundidades de aquellas cavernas, nada bueno; pero tenían cierto aprecio por los vampiros, una raza que alguna vez dominó a la humanidad, y lo volvería a hacer. A medida en que me adentraba por turbios y húmedos pasillos, iluminados a penas con unas cuantas antorchas amenazadoras con extinguirse, me daba cuenta de que estaba más silencioso de lo normal, demasiado.
-Viniste más pronto de lo que pensé- Pude escuchar una voz ronca y masculina proveniente de la oscuridad. Me detuve en seco y miré atento a los extremos de la caverna, en busca del punto naciente del sonido.
-Me debes unos cuantos favores, así que ya sabes a qué vengo – Finalmente fijé mi roja vista sobre un punto en la pared de la caverna. Aquel sujeto, miembro de una pequeña mafia aún creciente en Abarta, el cual había solicitado mi servicio de ladrón para conseguir unos cuantos planos de las bases militares de Belos –
- Le debo a mucha gente, colmillos de leche ¿Qué es lo que te pone encima de lo demás? Siento curiosidad –
-Tsk-
Aquella respuesta simplemente no me había gustado para nada, tratar con gente de ese tipo era bastante difícil. Me alarmé cuando escuche el típico “crack” de un arma cargada, lista para disparar. Doblé un poco las rodillas y me preparé para lo peor.
-Escucha ¿Ariel, cierto? Son malos días para nosotros, no podemos darnos el lujo de estar endeudados. No lo tomes, como algo personal – Comentó el hombre, cuya sonrisa amarilla se notó en la oscuridad.
Yo … yo simplemente los maté a todos. Acabé con la vida de esos humanos, uno por uno, y lo disfruté, lo disfruté bastante. El olor a sangre era algo sublime para mi nariz, mi lengua inquita se pasaba por mis dedos, quitando el líquido rojo y ferroso de mi blanca piel, el cual sabía tan dulce. Me alejé de ese lugar, mis bolsillos estaban llenos de las joyas y los anillos de oro que cargaban aquellos soquetes estúpidos, los cuales al final terminaron pagándome con algo mejor que el dinero.
Me encaminé al mercado, donde todo tipo de cosas eran posibles de encontrar. No de puede decir que compré la carne para Lluse, no, todo lo contrario ¿Por qué gastar el valioso dinero en comida si puedo tomarla y gastarlo en algo más útil? Después de eso, perdí a los dueños n el bosque, o al menos eso quise creer. Llegué a bunker y bajé por la escalera oculta, me sentía cansado, y apenas era medio día. La imagen de Lluse sobre mi cama me sorprendió de sobremanera ¿Qué hacía un lindo cachorrito recostado sobre mi cama? Olisqueando mi almohada y mis sábanas. Dejé la bolsa con la comida en una de las esquinas del bunker y me acerqué a paso lento hasta donde el mugroso y viejo colchón se encontraba.
Estando cerca, coloqué mis dos rodillas a los costados del cuerpo del lobo, y suavemente apegué mi pecho al de él, olfateando su nuca. Ese olor típico del cuerpo del pelirrojo me gustaba bastante, era suave y deleitable. Mis manos se adentraron entre el plano vientre ajeno y acariciaron la extensión de este sin pudor alguno, era bastante suave, firme, me gustaba - ¿Qué es lo que estás haciendo en mi cama? – Solté aquella pregunta en forma de murmuro, para hacer un par de círculos el mis dedos índices sobre la piel de Lluse – Te traje algo – En ese momento cerré los ojos, ignorando mi pestilencia a sangre humana – Te gustará – Solté una suave risa aún sobre el cuerpo de Cains, que lindo era cuando estaba quiero, incluso se podría decir, que era como abrazar a un cadáver.
Sáb 16 Jul - 0:28 por Invitado
» Sakoku [Afiliación élite]
Dom 19 Jun - 15:00 por Invitado
» La Pluma y la Ficción [Cambio de botón-Elite]
Vie 20 Mayo - 12:19 por Invitado
» Underworldwar [Afiliación élite]
Mar 12 Abr - 18:06 por Invitado
» Code Geass [Normal]
Mar 5 Abr - 21:22 por Invitado
» Ao no Sekai Rol [Afiliación]
Lun 4 Abr - 15:56 por Invitado
» .Mariollette Empire } afiliación
Dom 27 Mar - 18:28 por Invitado
» ×REGLAMENTO×
Miér 23 Mar - 14:04 por LadyBug
» resistanceunison afiliacion normal
Miér 16 Mar - 14:07 por Invitado